Las distintas fases de curación de los jamones y paletas ibéricos de bellota comienzan en el proceso de salazón, donde las piezas se pesan de manera individual para darle su justo punto de sal.
Después del lavado y embolado, pasan a una cámara de asentamiento durante 30 días hasta su llegada al secadero natural en planta, donde permanecerán 10 meses.
En este periodo de curación, con frío seco al principio, lo esencial radica en que las piezas suden para que se fundan todos los ácidos grasos durante el verano, lo que impregnará con el tiempo ese aroma y sabor tan especiales.
Por último, los jamones y paletas ibéricos de bellota quedarán ubicados en una bodega bajo tierra para continuar con el lento proceso de maduración bajo temperatura constante durante todo el año.